18 de diciembre Día mundial de las personas migrantes. LA RESPUESTA ES LA SOLIDARIDAD.
En 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó un conjunto de medidas que se concretaron en la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes. Esta declaración reconoce la labor positiva de los migrantes y se compromete a proteger su seguridad, dignidad, libertad y derechos humanos.
Es evidente que existen varias causas por las que las personas se ven obligadas a elegir entre renunciar a su familia, amigos y a la tierra de sus antepasados por tener que cambiar de país, o bien renunciar a vivir.
Y también sabemos que el 90% de estas causas (fenómenos meteorológicos extremos debidos al cambio climático, guerras fomentadas por la codicia de recursos naturales, etc.) son producto de nuestro estilo de vida.
Abrimos las fronteras con diligencia a todos los bienes que mantienen el consumo que exige el sistema neocapitalista, pero las cerramos, sin importarnos las muertes y sufrimiento que esto provoca, a las personas que en consecuencia han sido despojadas de sus medios de vida.
En esta disyuntiva, personas valientes y desesperadas intentan hacer lo que nosotros acostumbramos a hacer cuando preparamos nuestras vacaciones: sacar el pasaporte o visado, comprar un billete de avión, barco… y viajar a otro país, en algunos casos, con el fin de reunirse con otros familiares que viajaron antes.
Y aquí viene la tremenda paradoja, los Estados no respetan los derechos de las personas. No hay permiso de entrada para según quienes.
España es un claro ejemplo. El propio Estado genera una situación de ilegalidad, y luego se pretende hacernos creer que lo ilegal son las personas que quieren viajar, a base de presentarnos a esas personas como una amenaza para nuestra sociedad.
Pero ¿quiénes son los responsables de amenazar la seguridad de estas personas? ¿Es posible que la única solución que el Estado contemple sea la de despojar de los derechos legales vigentes a estas personas, y establecer medidas agresivas contra ellas?
Es terrible el problema de la desinformación general y los diferentes bulos que nos rodean, fabricados para engañar deliberadamente a la población. Es terrible porque sabemos que cuando la población tiene acceso a una información real, la respuesta es la solidaridad.
No puede ser de otra manera cuando nos relacionamos de persona a persona, cuando vemos la cara de esos jóvenes, escuchamos su situación y comprendemos que es la misma que la de nuestros hijos, hermanos…
Los responsables políticos debieran dedicar más esfuerzos en luchar honestamente contra esta lacra que envenena el buen desarrollo de la convivencia.
Sabemos, está demostrado, que la migración además de ser necesaria construye una sociedad más rica tanto en lo cultural como en lo económico y demográfico.
No hay más que mirar nuestra historia, y nuestra cultura, para comprobar que la pluralidad es nuestra esencia.