Una salida en la cocina europea

Coordinadora de ONGD de desarrollo.

Carlos García Paret, responsable de incidencia política en La Coordinadora de ONG para el Desarrollo.

Miquel Carrillo Ponce, Vocalía de coherencia de políticas.

En los últimos días hemos asistido a las primeras decisiones de la Unión Europea, que señalan un buen camino, pero a todas luces insuficiente como muestran las voces de la sociedad civil organizada a las que se suma La Coordinadora.

Harían bien los políticos europeos de hacerse con los buenos ingredientes para el momento: solidaridad, sostenibilidad, derechos, democracia e internacionalismo. La ciudadanía no les va a perdonar que no los cocinen bien.

Pedro Alonso, responsable del programa de la OMS de lucha contra la malaria, enfermedad por la que fallecen 400.000 personas en el mundo todos los años, comentaba que la solución al Covid tiene dos herramientas básicas: la ciencia y la solidaridad. A nadie se le escapa que, frente a problemas globales, las soluciones también deben serlo y que uno de los tableros de juego fundamentales para la resolución de la crisis COVID está en el rol que la Unión Europea pueda desempeñar en sus medidas internas y como actor global.

En Europa, se es consciente de que todo se juega en cada sacudida, pero esta vez su propia supervivencia está en juego. Hay que recordar que el COVID-19 llegó cuando se devolvían refugiados “en caliente” en Grecia y una negociación del marco presupuestario sin cerrar tras el agujero dejado por la salida del Reino Unido. Nadie dijo que fuera fácil poner de acuerdo a 27 países y menos en los dineros para remendar los descosidos acumulados, al que se añade el Covid. Ahora, con la presión de la emergencia, los acuerdos hay que hacerlos por Zoom y las posiciones se van definiendo entre una Hungría que empieza a despedirse de la democracia, los fariseos de la ortodoxia, olvidadizos de las consecuencias de la tragedia griega de hace 10 años, y los que han entendido que el futuro está en la solidaridad.

En los últimos días hemos asistido a las primeras decisiones de calado, que señalan un buen camino, pero a todas luces insuficiente como muestran las voces de la sociedad civil organizada a las que se suma La Coordinadora. Veamos:

La semana pasada la UE dio el primer paso de una respuesta europea global para luchar contra la pandemia con una comunicación conjunta de todas las instituciones. El compromiso global de la lucha contra el virus se resume en un anuncio de €15.600 millones que se centran en la emergencia y la ayuda humanitaria (€502 M), en el apoyo a los sistemas de salud y protección social (€2.858 M), y en paliar las consecuencias económicas y sociales (€12,281 M) en los países de cooperación y vecinos de la UE. Además, Europa reafirma su compromiso con la Agenda 2030 y el acuerdo de París y recuerda que también el denominado Green Deal es una contribución fundamental de la UE a nivel global. ¿Qué valoración podemos hacer de este esfuerzo?

En primer lugar, es positivo un compromiso global solidario en un momento en que las fuerzas de la emergencia generan un comprensible movimiento de mirar solo hacia dentro, y que el COVID-19 no se lleve por delante planes de largo plazo y que son, todavía si cabe, más necesarios en una realidad de crisis conectadas y acumulativas. Este es el sentido de recordar que la transición a una economía verde, la Agenda 2030 y el Acuerdo de París son parte de la solución global.

No obstante, CONCORD nos recuerda que en 2016 las instituciones europeas ejecutaron una Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de €15.900 millones, más que lo que se pone ahora en la mesa. La plataforma europea ha analizado estas medidas y confirma que los compromisos no contemplan recursos adicionales y sí reciclaje de recursos existentes. Básicamente es reasignar lo presupuestado con el sello de “lucha contra el COVID-19”. Tampoco hubo compromisos específicos de deuda externa, aunque Borrell señaló que Europa llevaría el tema del alivio de la deuda al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. El tema de la deuda es otro clásico que ahora se convierte en una pieza del puzle fundamental y tendrá recorrido. Por último, señala CONCORD la preocupación de que la sociedad civil no está en el radar de la UE como parte de la solución para resolver la pandemia en el Sur global. El resorte tecnocrático es siempre una tentación en tiempos de crisis y no se puede prescindir de un capital social que es fundamental para llegar a los grupos más excluidos y lo será en la reconstrucción en los diversos países. Hay un problema de fondo y lo apuntaba Tanya Cox, la presidenta de CONCORD, y es la tensión con los intereses geoestratégicos. ¿Queremos recuperar influencia en África frente a China o ayudar a la gente más vulnerable y resolver una pandemia?

Por otro lado, en el campo interno de las soluciones al virus, y con una mayoría de la ciudadanía confinada, los ministros de finanzas estiraban la cuerda hasta el último minuto para anunciar €500 mil millones para atajar la pandemia y sus consecuencias. Hay tres medidas clave, la más importante es el fondo de rescate europeo (MEDE), del que los países en apuros podrán hacer uso sin contrapartidas si los recursos van a la atención médica. Esta vez parece que los hombres de negro se quedan en Bruselas y no se esperan cambios constitucionales en la callada de la noche. Además, se ponen a disposición recursos para las empresas a través del Banco Europeo de Inversiones, esperemos que lleguen a las PYMES esta vez, y subvenciones de un ERTE a la europea por €100 mil millones. Las organizaciones sociales ni aparecen. Deben de ser un bien superfluo y desechable.

En general, se salvan los muebles pero se pospone el debate sobre el qué hacer con la reconstrucción con un futuro fondo económico, donde el nudo está en cómo se va a financiar. La sociedad civil europea organizada en la plataforma SDG Watch Europe recordó que es fundamental que las medidas económicas refuercen la unidad y la solidaridad europea y pongan a las personas y el planeta en el centro. En román paladino esto significa Eurobonos. Para salir de donde estamos, apunta la plataforma, necesitamos una mayor coherencia para que todas las políticas se enfoquen y garanticen el desarrollo sostenible y los derechos. Ya algunas voces empiezan a señalar la necesidad de una salida verde, que también deberá ser de todos los colores de la Agenda 2030.

Algunos pasos en la UE pero insuficientes todavía. Harían bien los políticos europeos de hacerse con los buenos ingredientes para el momento: solidaridad, sostenibilidad, derechos, democracia e internacionalismo. La ciudadanía no les va a perdonar que no los cocinen bien.

Verificado por MonsterInsights